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ANTES DE LEER
Por favor, no se tomen esta narración como algo más que una anécdota interesante. Para aquellos buscando información para encontrar los 300SL cubanos, les diré que todos y cada uno de ellos –con tres excepciones– han sido vendidos a compradores extranjeros durante el Período Especial, cuando todavía podían sacarse de la isla. A pesar de haber visto muchas piezas interesantes, la probabilidad de encontrar automóviles exóticos en Cuba es prácticamente nula. A partir de 1996, Jeremy Clarkson (Motorworld series) y Michael E. Ware (Automobiles Lost and Found, 2008) expusieron estas maravillas a escala masiva a través de televisión y periodismo; desde entonces, muchos han sido los coleccionistas que han aprovechado la oportunidad para apoderarse de estas rarezas a través de métodos cuestionables al margen de la ley. Les ruego absténganse de preguntar por información adicional sobre los lugares y gente que he conocido en esta aventura –los respectivos nombres han sido modificados para proteger su privacidad–, ya que sería una enorme molestia –y un peligro, incluso– para estos virtuosos individuos. ¡Muchas gracias, y disfruten de la narración!
¡Sí, les he arruinado la sorpresa final... pero llegar aquí es ya media batalla! |
EL PICOR DE LA CURIOSIDAD
Lo que comenzó como unos pocos segundos de estupor después de ver un Mercedes 300SL en la serie Jeremy Clarkson´s Motorworld (1995-6) se convirtió en un pensamiento que estimularía mi curiosidad sobre el automovilismo cubano durante buena parte de dos años. He visitado la isla dos veces como niño, una vez por sus playas –cuestión de mi madre– y otra vez por sus puros habanos –cuestión de mi padre–. Estas dos ocasiones de dieron un cierto sentido de familiaridad con la isla, pero me parecieron horriblemente aburridos en su falta de aventura, su falta de propósito real. Inmediatamente después de ver el especial de Clarkson en Cuba, y recordando las grandes quemaduras en la espalda –cortesía del sol isleño–, me prometí a mí mismo que la próxima vez visitaría en calidad de detective más que turista. Nada más confirmé que viajaría por la PanAmericana (ver post), adapté la ruta de tal manera que pudiera pasarme por la isla durante dos semanas...
300SL roadster en el programa de Jeremy Clarkson, en 1996. |
Dos años después de ver este programa me encontraría encerrando a Livingstone –mi 300TD aventurero– en un contenedor, nervioso por visitar Cuba por primera vez en casi diez años, con el único y riguroso propósito de encontrar el Gaviota perdido del dictador Batista. Con el vuelo costando unos $250 –reservado con una semana de antelación– y $5 por día por mi alojamiento, la Gran Aventura Cubana no alteraría mi presupuesto en gran medida.
El valiente guerrero diésel, justo antes de sus dos semanas de sueño. |
En el mundo actual, el lugar más obvio para empezar la búsqueda fue la Red. En Cancún aproveché la ocasión para descansar del largo trayecto desde Chiapas, y encontré unos pocos sitios web que me pudieran dar pistas sobre dónde mirar primero. Un vistazo a los artículos online de Hagerty y el gran recurso que es Caristas me dieron la idea de que el automóvil se pudiera estar escondiendo en la ciudad de la Habana, Matanzas o Palma Soriano –cerca de Santiago, al otro lado de la isla. Estos lugares fueron áreas de gran afluencia en su época, antes de la Revolución de 1959, por lo que a pesar de la distancia entre ellas, todas eran buenas candidatas para empezar la búsqueda.
¡BERMEJO BASTARDO!
Durante dos días enteros peiné las calles de la Habana Vieja, en casco histórico de la ciudad. Para evitar los vendedores ambulantes y timadores mixtos, llevé puesta una guayabera en combinación con un convincente acento cubano... y nadie me paró para venderme nada. Caminé por la Calle Muralla, en la zona más pobre del barrio, y pregunté a un grupo de mecánicos que estaban trabajando en un Lada, enseñándoles la foto que Michael E. Ware tomó años atrás. Uno de ellos miró intensamente a la hoja de papel, y me dijo que el automóvil estaba actualmente en funcionamiento, había sido pintado de color rojo, y que su dueño se llamaba Franco. Se me dieron instrucciones para continuar a la Plaza de San Francisco, a unas pocas cuadras de allí. ¡Me sentí verdaderamente maravillado que fuera tan fácil en el primer intento!
No, señores, esto no es una zona de guerra... ¡Ésta es Habana hoy! |
Los colores y los escombros se mezclan en la ciudad vieja. Foto por Balint Toth. |
Según las indicaciones del mecánico, pregunté en una galería cercana por Franco, y se me llevó al edificio vecino, una estructura monumental de impoluto mármol. La mujer a la puerta me dirigió a la azotea, y pocos minutos después toqué un humilde timbre en una vivienda improvisada. Un hombre pálido, sin camisa, abrió la puerta con una reluciente sonrisa.
“Perdone señor, ¿Es usted Franco?”
“Bueno, me llamo Franceso. Artista de profesión.”
“Hm, bastante aproximado”, pensé ilusionado.
“Vengo a preguntarle por un automóvil clásico. Estoy intentando encontrarlo, y unos mecánicos calle abajo me han dirigido a usted.”
“Yo tengo uno, un Saab del cincuenta y cuatro.”“¡Oh! Es un carro hermoso, pero el que estoy buscando es diferente” Le mostré las fotos.
“Nunca he visto uno en mi vida”, dijo encogiéndose de hombros.
El día terminó en la Plaza del Capitolio, hogar del acero de Detroit más pulido de la isla. Uno de los propietarios de estos clásicos me recomendó visitar los encuentros del Club del Auto Clásico junto al Hotel Nacional. Ésta sí sería el tipo de gente a quién preguntar...
El segundo día de investigación en la Habana Vieja continué preguntando a mecánico tras mecánico, estacionamiento tras estacionamiento... finalmente, descansé al sabor de un helado de coco. Junto a esta heladería vi a un vendedor ambulante con un carro lleno de naranjas amargas, me pareció que él sería alguien que conociera los vaivenes del barrio. Él también me habló de un automóvil rojo, y me indicó investigar entre las calles Obispo y Cuba. Este vendedor declinó mi recompensa de unos pocos pesos, y me deseó suerte en la búsqueda. Caminé apresurado a la Calle Cuba, y después de algunas preguntas más en negocios locales, me di cuenta que el automóvil rojo no era más que un Fiat Spider, que tiene sus similaridades con un 300SL sin parrilla. Esta última sorpresa fue el colmo de la búsqueda en la Habana Vieja, por lo que decidí expandir mis horizontes.
Preguntando en el garaje del Hombre Bueno. Photo by Balint Toth. |
A unas pocas cuadras de la impecable Calle Obispo. Photo by Balint Toth. |
RECORRIENDO LAS AFUERAS
La Habana es una ciudad extremadamente extensa. Cerca de dos millones de personas viven en su área metropolitana, comprimidos en residencias en diversos estados de ruina. Encontrar un automóvil en una ciudad tan grande sería como una aguja en un pajar... pero aún así, con fe, paciencia y un imán, toda aguja se puede encontrar. Después de una serie de intentos fallidos en los alrededores de La Zanja –donde un Gaviota dorado fue visto hace unos años en la filmación de una película–, decidí aproximarme al vecindario del Marianao, mencionado en el blog de Caristas.
Un búsqueda fructífera siempre da premios a los largo de ella, como esta foto de un Maserati. |
Mi mañana en Marianao empezó con un viaje en taxi –50 centavos de dólar– al centro de la Calle 100 y varias personas encogiéndose de hombros. Un hombre en una gasolinera me dijo ver un Gaviota en un vecindario a 30 minutos de mi posición actual, pero sin completa certeza... mis sentidos estaban ya afilados para tomarme toda indicación con precaución. Con un área tan grande como Marianao, definitivamente necesitaría transporte rodado. Ya que alquilar un automóvil en Cuba es arriesgado y muy costoso, decidí pagarle una tarifa diaria a un taxista local. Por $40 dólares americanos, tendría chófer propio para viajar por todas las afueras de La Habana, preguntando con detenimiento y descubriendo cómo un país puede mantener automóviles tan antiguos en funcionamiento diario.
Profesional tras profesional, muchos falsos indicios pero muchas historias para el recuerdo... |
Se preguntó a toda persona que se podía preguntar: mecánicos de motocicletas, dependientes de tiendas de recambios, cristaleros, fabricantes de frenos... incluso el fotógrafo oficial del Club del Automóvil Clásico de Cuba nunca había visto un Mercedes Gaviota en su vida. Esto significaba que el propietario estaba escondiendo el automóvil con buenos celos.
De vecindario a vecindario, y cerca de cuarenta personas más tarde, encontramos a un restaurador que nos mencionó un "Mercedes de aluminio" propiedad de un señor mayor. Esta respuesta me dejó de piedra, ya que el objeto en cuestión podría ser uno de los raros 300SL's de aleación. En la parte trasera de un restaurante nos encontramos con este hombre, que nos enseñó con orgullo su joyita...
Un Mercedes 220S, no de aluminio y no de carreras, pero magníficamente conservado. |
Hablé con este hombre sobre mi experiencia como restaurador de Mercedes-Benz, mis viajes por la isla y mecánica Lada. Le conté sobre mi búsqueda, a lo que respondió que un Mercedes "con alas de gaviota" estaba pudriéndose bajo una Ceiba cerca de El Cano. Tras un cordial intercambio de teléfonos, estrechamos las manos y partimos cada uno por su lado. ¡El final de la búsqueda podría estar a la vuelta de la esquina!
¡Este taxi Plymouth de 1955 tiene un lugar muy especial en mi vida! |
El Cano es una pequeña población a las afueras de Cuba, sin ninguna presencia en Internet, renombrada por sus artesanos de la cerámica. El vibrante Plymouth se detuvo delante de un taller, donde el maestro mecánico –apodado Trillo– salió apresurado a estrecharme la mano. Trillo me contó sobre las grandes familias de antaño, una de las cuales tuvo un Gaviota negro antes de la Revolución de 1959; y con un dedo acusador apuntó a un terreno baldío, terrenos de la gran finca cincuenta años atrás. Este buen hombre me acompañó por todo el pueblo preguntando a sus mayores, muchos de padres españoles –una emotiva conexión a mi Madre Patria–, por el raro espécimen. Nadie sabía sobre el paradero de la carcasa oxidada, aunque muchos se acordaban de ver el automóvil en sus mejores años, un automóvil "en el que las puertas se abrían hacia arriba, como un pájaro". Le dí las gracias a Trillo por su inmensa ayuda, y el gran recuerdo que tocó las historias de inmigrantes españoles de ayer y de hoy. Allí en El Cano me llegó el fin de ese día, y de tanto cansancio me pasé un día paseando con mis amigos para tomar un respiro de esta excitante búsqueda.
EL GRAN HALLAZGO
El día en el que reanudé la investigación llamé al hombre del restaurante, que me dio direcciones imprecisas sobre un lugar cerca de una fábrica donde podría preguntar. Javier, mi leal taxista, supo de inmediato de este sitio, y pronto nos detuvimos cerca de un estacionamiento con un Mercedes Pontón esperando su restauración. Allí encontramos a un musculoso Cubano con un igualmente musculoso Ford Crown Victoria, con un 302 bajo el capó y un Messerschmidt en el salón de su casa...
Caballaje de verdad, listo para salir de carreras en el Malecón... |
Para mi sorpresa, Mitty –un apodo muy extraño para un hombre tan grande– nos indicó el paradero exacto del Mercedes, cuyo dueño le era bien conocido. Con un poco de incredulidad continuamos por un vecindario lleno de hoyos y de cercas de alambre... el último lugar en el mundo donde nadie buscara un Mercedes 300SL.
Tras un sonoro grito a través de la puerta, Marcos, el propietario, apareció de inmediato con una sonrisa que anticipaba mi pregunta. "He oído que usted tiene un Mercedes", le dije, a lo que él me respondió con un amable gesto para pasar a su jardín tras la cerca. Nada más crucé la puerta, el corazón casi se me sale por la garganta...
Tras un sonoro grito a través de la puerta, Marcos, el propietario, apareció de inmediato con una sonrisa que anticipaba mi pregunta. "He oído que usted tiene un Mercedes", le dije, a lo que él me respondió con un amable gesto para pasar a su jardín tras la cerca. Nada más crucé la puerta, el corazón casi se me sale por la garganta...
El minuto en que lo vi, me quedé sin palabras. |
El deplorable estado del interior, tras sesenta años de abuso, revolución y clima. |
Un mal transporte ha dañado el área del techo. |
Y allí estaba, justo en frente de mí. Crujiente con óxido, desintegrándose, partido en dos, pero un Gaviota al fin y al cabo, rodeado de escombros y ropa vieja, completamente ignorado, picado como un queso, sin importar su glorioso pasado. La mandíbula me llegó al suelo y los ojos se me volvieron nublosos: había encontrado el Mercedes perdido –el Gaviota, y un Roadster, para colmo–, y no me podía importar menos en qué estado se encontrara. No pude resistir aventurarme a tocar estas maravillas oxidadas...
Veamos a ver qué queda dentro... |
La foto victoriosa, una para la historia. |
Intentando presionar el techo del 300SL en vano... |
Marcos tenía otros automóviles: un Abarth Zagato de Doble Burbuja, un Hispano-Suiza arruinado, y un Chrysler Ghia "Thomas Special" de 1953. Para aquellos curiosos que estén interesados en el precio de todos, los Mercedes no están a la venta, pero en Abarth está en $20k y el Chrysler en $500k. Estas pobres carcasas necesitarían una restauración tan completa que sobrepasaría su valor de mercado...
El propietario tiene intenciones de restaurar este Roadster para uso propio... |
¡Con la falta de recursos en Cuba, las luces traseras de un VW Escarabajo son suficiente! |
Motor Corvette bajo el capó... ¡Me pregunto qué le pasaría al original! |
Hispano-Suiza de carreras. ¿No debería ser de aluminio? |
¡Los marcajes correctos, provenientes de mi Madre Patria! |
El Abarth Zagato, oxidado y sin funcionar... como todo auto italiano. |
Aunque la foto no lo demuestre en detalle, éste sí es un Doble Burbuja. |
El triste interior del Abarth. El dueño tiene todos los componentes para armarlo. |
Una cara rara de ver, ¿No? ¡Sólo 53 en producción! |
Una curvatura Ghia muy poco americana. |
Los instrumentos originales en km/h. |
Y así, querido lector, concluye la caza de esta leyenda. ¿Qué puedo decir? Vine a Cuba buscando el Gaviota, y casi una semana de duro trabajo después, no sólo me encontré lo que buscaba, sino que gané la amistad de tres cubanos apasionados por sus automóviles, toqué el alma polvorienta del inmigrante español de las Antillas, y fui recompensado con una de las experiencias más gratificantes que jamás haya vivido. Probablemente esta narración no sea contada de la forma más literaria (y mucho menos en una traducción al español), pero ésta sí es una historia que recordar, una historia sobre la búsqueda de tesoros en el proceso de buscarse a uno mismo.
¡Idénticos a los de Caristas! Esas marcas de óxido son idénticas. |
¡Idéntico al de Jeremy Clarkson’s Motorworld! Fíjense en las lámparas y el emblema. |
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¿porque dice que alquilar un coche en cuba es arriesgado? saludos y buen reportaje
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